De Malasaña al cielo
y de Madrid a medio paso entre las sombras luminosas de sus rincones.
Ciudad hecha para el amor callejero, para la placita y la terraza, para el silencio que sobrevive a los decibelios en el umbral del dolor.
Más pensada para ti que para mí ,
siempre despierta, guiñando un ojo por igual al embustero y al profeta.
Villa y corte en las venas,
víscera de lo que somos. Pura realidad y pura literatura.
Gato sinuoso que por estar a contraluz siempre pareciera negro.
Madrid.
Madrid.
Madrid.
José Cortejarena
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